sábado, 11 de diciembre de 2010

Crónicas de un viejo al que nadie ayuda.

Dos noches. Un cuerpo intacto, inerte, inconsciente pero con la conciencia más tranquila que cualquiera.
El cuerpo atrapado entre sabanas blancas y amarillentas. Las piernas; lesionadas, paralizadas, los brazos; inmóviles por la esclerosis, el dorso y la espalda; rasgados por la postración, las llagas putrefactas comiéndolo vivo.
Por fuera era un animal indefenso, un humano huesudo y pálido, anémico, solo esperando la muerte. Pero por dentro su corazón seguía latiendo y luchando por sacar adelante todo lo putrefacto sin tener victoria.

Igual que el sistema, el corazón es representado por el pueblo de más abajo, y el cuerpo paralizado, putrefacto y lleno de llagas por el mal gobierno.