Dos noches. Un cuerpo intacto, inerte, inconsciente pero con la conciencia más tranquila que cualquiera.
El cuerpo atrapado entre sabanas blancas y amarillentas. Las piernas; lesionadas, paralizadas, los brazos; inmóviles por la esclerosis, el dorso y la espalda; rasgados por la postración, las llagas putrefactas comiéndolo vivo.
Por fuera era un animal indefenso, un humano huesudo y pálido, anémico, solo esperando la muerte. Pero por dentro su corazón seguía latiendo y luchando por sacar adelante todo lo putrefacto sin tener victoria.
Igual que el sistema, el corazón es representado por el pueblo de más abajo, y el cuerpo paralizado, putrefacto y lleno de llagas por el mal gobierno.