14 de enero del 2002
6 de la tarde.
Se me llenaron los ojos de
lágrimas al ver el número de teléfono desde el que me marcaban, sabía lo que
estaba por escuchar.
Pensé en no contestar pero la
curiosidad me mató... Al escuchar su voz rompí en llanto, sentí una
desesperación y una agonía tan amenazadora que no sé cómo, pero no desmayé. Aunque,
ahora comprendo que esos sentimientos fueron solo el reflejo de lo que aquélla
voz agria tras el teléfono transmitía. <<Me muero>> dijo, <<y no podrás hacer nada>>
Ni una palabra salió de mi boca.
Pero no porque no supiera que decir; pues ya hace tiempo, meses para ser exacta que llevaba esa conversación en mi cabeza, si no dije nada fue porque no tuve las
fuerzas para hablar.
Ahora sigo preguntándome si
hubiera podido cambiar algo con mis palabras.
Y es cierto: Yo jamás conocí tu
dolor, pero tú nunca conociste el mío.
A la memoria de alguien.